31 julio 2014

FICARQ 14. Casi un milagro



He esperado un par de semanas desde que volví de Avilés, para ponerme delante del ordenador  y escribir sobre los cinco días que pasé allí en la segunda edición de FICARQ. Un festival que apoyo porque obviamente me interesa mucho y sobre el que ya he escrito en varias ocasiones.
Ante todo hay que decir que este festival no se celebraría sin el coraje y el arrojo de su fundadora y directora, Ana María Álvarez Muriel, siempre apoyada por su entorno familiar inmediato. Si esta edición se evalúa globalmente comparándola con la anterior, es evidente que se ha aprendido y se han subsanado errores, siendo positivo el resultado global. No voy a contar lo que no me pareció bien, porque creo que no le interese a nadie. Sí voy a decir lo que me interesó y en algunos casos me fascinó. Tampoco voy a escribir sobre el tema de los actores invitados que otra vez han estado aislados de los arquitectos, tanto como estos últimos de los primeros.
Este año, para Arquitecturas filmadas, la sección de arquitectura, los conferenciantes que se eligieron fueron arquitectos, sin relación alguna con el cine, salvo por su posible cinefilia, en vez de optar por especialistas en las relaciones entre cine y arquitectura, como sucedió el año pasado cuando, entre otros, estuvieron David Rivera, Ramiro Losada y Manuel Lombardero, no sé si esta elección se debió al poder de convocatoria de esos arquitectos, creyendo que llenarían más la sala -al menos con arquitectos-, aunque lo cierto es que la sala estaba tan llena como el año pasado. En cuanto a los documentales de arquitectura, una sección afortunadamente en manos de Martín Garber, se proyectaron películas interesantes como Amancio Williams, pero tiene poco sentido exhibir Visual Acoustics, un documental de 2008, que además se puede comprar en las librerías, porque acaba de ser editado por la Fundación Caja de Arquitectos en su colección arquia/documental, como ya se comentó en este blog.
Lo más interesante de todo el festival desde el punto de vista de las relaciones entre cine y arquitectura lo organizó Jorge Rivero y fueron dos ciclos, el dedicado a proyectar todas las películas dirigidas por los arquitectos del grupo portugués Ruptura Silenciosa, del que también se ha hablado en este blog, para el que se invitó al gran Sergio Fernández al que también se aprovechó para cubrir una "baja" en una mesa redonda, que explicó perfectamente el contexto de edificios y films; el otro ciclo muy pertinente fue el denominado El cine que amamos, una retrospectiva en la que se proyectaron tres películas alemanas del llamado cine expresionista y tras las proyecciones hubo tres mesas redondas, aunque desgraciadamente -por estar yo también en otra mesa redonda- sólo pude asistir al final de una de ellas estupenda con, entre otros, Adrián Esbilla y Jesús Palacios. Desgraciadamente estos dos ciclos fueron los que tuvieron menos público, quizás por el horario y la ubicación.
Otra actividad fascinante fue la Masterclass que impartieron  AM3estudio (Guillermo Marcos y Carlos Modroño) sobre arquitectura y videojuegos, en la que al final no pudio intervenir por videoconferencia desde Hong Kong Sergio Irigoyen, creo que innovadoras conferencias como ésta abren caminos en las relaciones entre imagen en movimiento y arquitectura y al mismo tiempo sirven incluso para que los espectadores pudieran hacer preguntas técnicas que seguro les ayudaron a mejorar la práctica del proyecto arquitectónico.
En cuanto al cartel del festival, su diseñador explicó que «la imagen de esta edición se basa en el mayor reto arquitectónico del ser humano, la construcción de uno mismo y la capacidad de escribir su propio guión, es decir, la esencia de las disciplinas del festival: el cine y la arquitectura», quien piense que el cuerpo es arquitectura, le recomiendo que acuda a un arquitecto cuando esté enfermo, a ver si se atreve y así los arquitectos tendrán más trabajo.
No quiero acabar sin mencionar algo que no tiene que ver con el cine ni con la arquitectura, me refiero a la fantástica gala de clausura, quizás algo larga, pero que comenzó con la impresionante Fee Reega y acabó con un gran espectáculo de Rafael Amargo, y ya lo mejor las copas después con todos ellos en El Canalla... una noche en la que no tenía sentido dormir.
La separación entre el Cine y la Arquitectura ha sido mayor en esta edición que en la anterior, por lo que quizás habría que denominarlo festival de cine o arquitectura, pero su celebración ha sido casi un milagro, que corre peligro de no volver a repetirse si las empresas privadas y las instituciones no lo apoyan el próximo año y eso significaría una gran pérdida para todos.

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